27 marzo 2009

La intimidad sorprendida



A veces no se muy bien si recuerdo o deseo. A veces, la vida es un bucle, un espacio en donde pasados, presentes y futuros se confunden.

Tengo por costumbre hablar mucho, pero mucho, de lo que quiero hablar y hablo nada, pero absolutamente nada de mí misma. Soy un personaje simpático, con genio y mala leche, que no tiene graves problemas más allá de su salud, lista, una "tía rápida", que se "mueve bien" y con mucha energía. He aquí el personaje oficial.
A veces me pregunto como es posible que la gente que tengo a mi alrededor se crea que "ya está", que esa soy yo. Yo no me lo creería!
¿Estaré rodeada de caballeros británicos, con una educación tan profundamente opaca con la intimidad ajena, que me "dejan hacer" con generosidad? Quizás es comodidad. Quizás conocen la verdad. No lo se.
¿Seremos todos nuestro secreto mejor guardado?
Supongo que sí y supongo que todos tenemos alguna cuenta pendiente con el presente o con el pasado, un grave error inconfesable, una mentira, una pasión inolvidable...algo que sabemos que de aparecer, pondría en peligro de una u otra forma, aquello que hemos construido.
¿Hasta donde es justo olvidar? ¿No son esas experiencias y por lo tanto sus recuerdos, las que nos hacen personas?
Yo creo que la capacidad de disfrutar es directamente proporcional a la de sufrir y sin esa rara especie de equilibrio no equilibrado, se hace imposible la pasión. Y no tengo ni idea de como se debe vivir sin pasión, pero debe ser un verdadero coñazo. Por otra parte la vida así es tan rica como complicada, tan simple como enrevesada.

A veces, la vida es como un "8", que parece que ya ha dado la vuelta y derrepente, vuelve a empezar. Quizás un 8 es como un dedo en una espalda, que baja hasta que vuelve a empezar una y otra vez en la nuca. Quizás la vida es tu espalda.