Hace tiempo que tenía ganas de hablar de la lealtad y la disciplina, resquicios de la cultura en extinción del siglo pasado.
Un par de meses atrás hablaba con un amigo, con ya unas cuantas copas de madrugada, y le contaba como al irme de una empresa para la que trabajé, dejé los contratos con los que habría podido hacer un gran negocio en la nueva vida, "atados y bien atados" para la antigua compañía. El me miraba abriendo cada vez más lo ojos primero, poniendo cara de incrédulo después y finalmente moviendo la cabeza a ambos lados y llevándose la mano a la frente..."¿Te lo agradecieron?"..." a que no"...
He ahí la cuestión. No tengo ni idea de si me lo agradecieron y además me da igual. Lo hice por mí y porque sí. Porque hay que ser así.
Muchas veces mi vida debe ser un "porque sí" y hay cosas que no me permito "porque no".
Observará mi aguililla lector que hablo de "mi" vida y de las cosas que no "me" permito y es que en este tipo de razonamiento uno siempre tiene el peligro de parecer un talibán, si no aclara el procedimiento de aplicación.
Y como prueba, aquí va mi mayor porque sí:
Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
Para la libertad, siento más corazones
que arenas en mi pecho dan espuma a mis venas;
y entro en los hospitales, y entro en los algodones,
como en las azucenas.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada,
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.
Retoñaran aladas de savia sin otoño,
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida;
porque soy como el árbol talado que retoño:
aún tengo la vida.
Miguel Hernandez
o interpretada por mi novio http://www.youtube.com/watch?v=zzTtF5UupCI
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