29 diciembre 2006

Hipotecas: Los muertos del éxito


Mi peluquera tiene 24 años y su máxima ilusión es que "le toque el piso que ha pedido".
Mientras me ponía trocitos de papel de aluminio en la cabeza, seguramente sería su quinta o sexta vez en el día, me contaba llena de razón el culmen de la felicidad reencarnada en una VPO a dos manzanas de la misma vida que ha tenido su madre.
Ya lo se, mi forma de verlo es cruel.
Pero yo me pregunto ¿qué carajo hace una persona de 24 años pensando en un piso? ¿dónde están los sueños de los jóvenes? ¿que mierda de país hacemos cuando una mujer válida y sin hijos, tiene como gran aspiración ahorrar para comprarse un pisito con su noviete de toda la vida?
Cuando llevaba cinco minutos no pude más. "Se que no lo vas a entender y cuando lo entiendas habrá pasado el momento, pero escúchame sólo un segundo por si acaso te sirve de algo..."
Maldita trampa la de la mediocridad! Si uno no tiene responsabilidades de familia, lo que tiene que hacer es soñar, soñar lo más alto que pueda imaginar e intentarlo! Y yo me pregunto ¿cómo se coje velocidad en las alas con una hipoteca de muerto? No se coje. Encadenada a ponerle aluminios en la cabeza a alguien hasta cumplir lo 40, fecha en la que también se tendrán hijos, coche, colegios...muy difícil.
A volar que son dos días y las casas a comprarlas en un pack con los 30 o 35 + marido + niños + perro + vacaciones en casa de los suegros.

No me entendió, no ve la trampa y quizás es mejor.

La cuestión aquí es saber hasta que punto yo tengo derecho a desvirgar la mente de una eficaz trabajadora. Aunque no lo consiga. Quizás la felicidad está en poner trocitos de papel de plata en la cabeza de la gente sin querer nada más.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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