08 abril 2008

Verdi, el Chikilicuatre y el placer enlatado




El otro día leía una entrevista a Eduardo Mendoza, del que no he leído más que "La verdad sobre el caso Savolta" hace ni se sabe cuantos años. En la casa de Perbes no había demasiado material de lectura y yo me lo leía todo, sin filtro (y cuando lo acabé, me hice socia de la biblioteca de Pontedeume).

Lo cierto es que su punto de vista sobre la literatura actual es muy coincidente con el mío: No he leido los "códigos da vinci" de los últimos años, ni pienso perder mi poco tiempo de lectura en ello. Hace años conseguí finalizar los patéticos "Pilares de la Tierra" y decidí que para perder el tiempo así, mejor veo "Betty la Fea" después de comer y al menos es una actividad que me permite hacer cualquier otra cosa en simultáneo.

¿Cuándo exactamente llegó el fenómeno McDonnals a la literatura? ¿Desde cuando existen las marcas de usar y tirar en las letras?
¿Fue el primero Harold Robbins? Por cierto, me encantaba a los 14 años, es bueno, y mejor para leer con una sola mano.
¿Stephen King? Repetitivo, aunque con obras más que considerables. Si hubiese dejado su carrera en El Resplandor, habría sido suficiente.
¿O ya era algo así, en su contexto, el absolutamente genial Ave Fénix? Genial, con vida de vendedor de best sellers del Siglo de Oro.

¿Cual es la línea entre la literatura im-pres-cin-di-ble en cualquier cena que se precie y la literatura de verdad, la de calidad?
¿Es algo bueno, si se lee mucho? ¿Son las ventas las que definen la validez de una obra? ¿Quién es el listo que decide el límite? ¿Los críticos untados? ¿Los intelectuales partidistas? ¿O quizás la "democracia" de las ventas mediatizadas?
Los puristas dicen que Verdi era un cantamañanas, y aquí el mayor ejemplo que ponen para demostrarlo, pero lo cierto es que popularizó el arte. Y a mí, me encanta.
¿Es el Va Pensiero comparable al Chikilicuatre?

Creo sinceramente que somos víctimas de un mundo intencionadamente complicado para ser vendido:
a) No es posible tanta oferta de creatividad y que sea toda buena.
Hay que producir rápidamente bienes que se consuman con facilidad y que se olviden con facilidad. Y si no se olvidan, los llevamos al cine.
b) Hay que facilitar el consumo.
Hay tanto, que la gente prefiere lo facilón. Es la consecuencia de la cultura del "no esfuerzo".

¿Está el consumismo acabando con la cultura tal y como la concebíamos cuando nos educaron? ¿Pretenden anestesiarnos la inteligencia? Sin duda.

No hay más que pensar que todo es lo mismo: Consumo exacerbado que no produce más placer que el de consumir. El consumo en sí mismo es el fin y no el medio.
¿Qué huella puede dejar en la mente de alguien "Los Pilares de la tierra"? ¿Y Rosa la de Operación Triunfo? ¿y Victoria Beckam? Pues la misma que la colección primavera - verano del 1998 de Zara. Ninguna. Basura de usar y tirar.
La carrera hacia el último gadget está presente en todas partes.

¿Y el sexo? El primer mercado de consumo del mundo.
Pues igual o peor:
Todos convertidos en unos Master&Johnson de todo tipo de posturas y juegos en sus coños de diseño , todos unas máquinas del placer propio y ajeno y si no lo eres cállate!, todos enganchados a las nuevas relaciones sin relación, todos con normas, normas para tocar, normas para relacionarse, normas para disfrutar, preparaciones innecesarias, protocolos, productos, juguetes, cremas, lencería de marca, piercing ...pero cuidadito con el compromiso o la emoción, cuidadito con ponerse en el lugar del otro, el placer es placer en la medida en que YO lo proporciono...la sociedad del individuo llevada a su extremo...Con tanta complicación es imposible enamorarse, por Dios!
¿Qué hacen los jóvenes para ser "normales"? ¿Cómo evadirte del este mundo de consumo de placer vacío?
Volvamos todos a los pajares, YA! Volvamos a Susana Estrada y a la época en la que los pechos naturales se llamaban "domingas".

Yo por si acaso, releo las Novelas Ejemplares.









1 comentario:

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo.

Quién no ha comprado un libro, una película, un cd de música, un juego de ordenador, una prenda de vestir, unas gafas de sol o un reloj, y lo ha dejado olvidado en algún cajón de armario alguna vez. Tengo conocidos, amigos, familia, incluso yo me puedo incluir perfectamente entre ellos

Desear algo y pagar por tenerlo. Pero una vez que lo hacemos nuestro desaparece el deseo, y desaparecen las ganas de usarlo. No se puede hablar de consumir por consumir, pues realmente no estamos consumiendo lo que compramos. Es poder y querer, aunque lo que queremos no lo vayamos a usar. Lo quiero, y lo tengo porque puedo. Que absurdo!

Una sociedad de consumo que nos incita a la compra compulsiva aunque eso signifique comprar sin necesidad, y comprar algo que no vamos ni tan siquiera a usar.

Nos bombardean con anuncios, publicidad, músicas pegadizas con frases elocuentes para que compremos como tontos. Comprar, comprar, comprar!

En definitiva: "Comprar aquello que no necesito, con el dinero que no tengo, para regalar a alquien que no me importa".