El juego de la empatía espía, verdad o mentira

Soy capaz de ver las penas del alma de otros. Ni por gallega, ni por bruja, ni por magia. La verdad es que no tengo ni idea del porqué me ha tocado a mí, pero lo cierto es que es completamente real: las veo, para ser exactos, las siento sin que me las cuenten. Es más, soy capaz de identificar la sensación que producen algunas de ellas.
Si tienes algo que de verdad te pesa o alguna tristeza de la que no te has podido liberar, no me mires que me "la comeré entera" (aclaro que no tengo estadística: debo empezar advirtiendo, que sólo en 4 o 5 ocasiones se lo he contado al afectado).

A quién no le pasa esto, no le resulta ni por un momento imaginable lo terrible, lo agotador, lo angustioso que es poseer una "gracia" semejante. Supongo que la tendencia es imaginar a una especie de Rappel con la jodida capacidad de sólo ver la parte negativa de la existencia de otros. Me imaginan echando las cartas, creyendo en el tarot, mirando los posos del te...pues no señores, yo soy una especie de bruja racional, yo tengo mi explicación lógica sobre este extraño fenómeno que me persigue desde los 3 años.
Desde que tengo memoria no he dedicado mi vida más que a observar almas ajenas. Me fascina. Empecé por la mía. El día que descubrí que era una persona, digamos independiente de mi envoltorio, me pareció tan tan increible que miré a mi alrededor, imaginé que todo el mundo que me rodeaba era igual y me pareció estar rodeada de fascinantes historias con las que no aburrirte jamás.
En aquel momento empecé a praticar la fascinante técnica de la "empatía espía".
La empatía espía es la capacidad que uno consigue después de pasarse muchas horas al día, cada día de su vida y sin tregua, intentando ponerse en la piel de otros. Podría pensarse en una empatía normal pero no nos equivoquemos, si te inventas un sistema hay que ir hasta el final: Si alguien te cuenta algo o conoces algo de sus circunstancias, puedes o no tener empatía ante su situación. Cuando alguien que no conoces se sienta enfrente de ti, y tú intentas sentir lo que siente ese alguien en ese momento, es empatía espía, es una intromisión en la intimidad del otro. Es una gran falta de respeto ante los secretos ajenos, es un delito.
Durante mi infancia me dediqué a practicar la segunda modalidad del deporte hasta la extenuación.

Un día se sentó delante de mí un nuevo compañero en una ciudad diferente a la mía y a quien ni yo ni nadie de mi entorno conocía. Como siempre empecé a intentar averiguar y me encontré con una sensación tan horrorosa, pero tan terrible, que aún hoy noto la presión en el cuello. Me partió en dos partes, hasta hoy. Nunca olvidaré aquello. Lo más curioso es que supe el motivo sin más: era o su padre o su madre. No es que lo viese, es que simplemente, lo sabía.
Pasaron los días y mi curiosidad ante la certeza superaba el dolor. Me acerqué a él, le expliqué como pude que me había pasado algo muy raro con él, que había sentido aquella ruptura brutal, aquella pena que le salía del cuello como una daga clavada en la tráquea.
"Mi padre", el pobre no podía cerrar los ojos y repasaba a la gente que había alrededor preguntándose quién podría saberlo. "Mi padre murió de cáncer hace un año". "Sí, es verdad, tengo un nudo en la garganta, me acuerdo de él contínuamente".
A partir de ese día, decidí no vover a mirar donde no debo.

El problema cuando uno desarrolla una "habilidad", es que es dificil evitarla y sobre todo evitar las consecuencias y de vez en cuando, aunque no miro, veo. Hace ya años que es una carga muy dificil de soportar y mucho más dificil de interpretar.

Mi conclusión sobre el fenómeno que sufro es que sin querer, desarrollé la empatía de una forma poco habitual, que no excepcional. Es una forma de intuición redirigida fruto de las horas de práctica. Evidentemente no hay magia, simplemente mi razón procesa datos de una forma automatizada por el entrenamiento, cosas que ni yo misma veo de una en una, como conducir sin pensar. Procesa resultados y los convierte en sentimientos porque así la he modelado con los años. Al fin y al cabo es la única forma en la que a veces una persona puede procesar mensajes complejos, convirtiéndolos en sentimientos.

El reconocimiento del proceso me ha proporcionado grandes ventajas. Con anterioridad la información me desbordaba completamente, me llegaban cientos de mensajes todos los días sin sentido aparente. Según han ido pasando los años y quizás con una zona de inflexión en los ventitantos, he aprendido a controlar relativamente el uso de la máquina. Ahora reconozco pensamientos como parte de una intuición, lo cual no es nada fácil y a veces soy capaz de asociarlos con sensaciones concretas sobre personas. Lo cual es aún más dificil. Sin embargo diré que hay sitios, lugares de "penas concentradas" a los que mejor no voy, ahí me desbordo completamente.

Como cualquiera puede imaginar el hecho de sentir, no significa en absoluto saber.
Muchas veces alguien me produce una sensación que no interpreto en años y aunque no vuelva a ver a esa persona, es como un olor, como la foto de alguien. Un día derrepente algo me recuerda la imagen y todo tiene sentido. Total, que lo de dedicarme al espionaje industrial, enrolarme en el FBI, o cualquier otra aventura parecida, tiene poco futuro para mí.

Mi conclusión al pasar los años es considerarlo una herramienta a la que hay que escuchar siempre, analizar a menudo y creer lo justo. Tengo carnet de conducir, se me dan bien los idiomas, memoria fotográfica de zurda y empatía espía. Quizás habría preferido que el juego de rol proporcionase otras habilidades para mi personaje, pero como esto es lo que hay, pues yo básicamente lo utilizo lo mejor que puedo.

La pregunta es: ¿Es verdad o mentira? ¿Me pasa o no me pasa?
Yo no lo me lo invento, lo cual no quiere decir que sea verdad.